A principios de año en los médanos de Pinamar un chico de 12 años murió después de que el cuatriciclo que manejaba volcara y se le cayera encima.
Conducía, sin casco, un vehículo de 350 kilos por una zona muy extensa, con médanos de hasta 30 metros de altura, adonde ningún control llegaba.
Para tratar de evitar esas muertes repetidas cada verano, desde la semana pasada Pinamar comenzó a ser vigilada desde el aire: por primera vez, seis drones se encargan de detectar a los conductores que estén cometiendo infracciones en los médanos.
Dos drones vigilan la zona de la frontera, en Pinamar norte, otros dos vigilan las zonas urbanas y los restantes están en el límite entre Cariló y Gesell. “Pueden elevarse un máximo de 400 metros de altura, y hacia los costados, pueden alejarse hasta dos kilómetros a la redonda”, explicó a Clarín Dhiego Varela, coordinador del cuerpo de drones de la Agencia Nacional de Seguridad Vial. Entre los drones, hay uno que tiene visión nocturna.
Dhiego y sus colegas están en tierra con un control remoto conectado a una tablet. Primero, antes de lanzar los drones a volar, los calibran: “Así, registran por GPS el lugar de donde salen. Después, si pierden señal o detectan que sólo les queda batería suficiente para regresar, le avisan a la tablet que van a volver solos y aterrizan en el mismo lugar del que partieron”, dice. Una vez en el aire, tienen 22 minutos de autonomía, pero como cada uno tiene varias baterías, vuelven, se recambian, siguen.
“Nosotros vamos viendo en la tablet las imágenes que el dron nos va enviando”, muestra. Es una filmación Full HD -también saca fotos que envía en el momento- que permite ver quién está cometiendo una infracción. “Podemos seguirlos con el dron pero tratamos de que no se asusten porque sino empiezan a correr más y le terminan jugando una carrera al dron”, cuenta.
Como el aparato se puede acercar tanto al infractor -puede bajar a una altura de 20 metros- a veces basta con que sientan el zumbido para que dejen de hacer locuras. Apenas el dron les muestra a un infractor, los de la ANSV avisan a la Policía de Tránsito, que está en la entrada a la zona de médanos. A veces, entran a buscarlos, otras tienen que esperarlos a la salida.
“Uno les advierte pero los más osados se van. Tampoco nos ponemos a perseguirlos porque se puede generar un vuelco. Como ya tenemos las fotos, podemos esperarlos en la salida”, dice otro encargado de los controles. “Si son menores sin casco, se les secuestra el vehículo. Si son mayores, les retenemos el cuatriciclo hasta que traigan un casco”, dice Sebastián Manrique, director de Tránsito local.